viernes, 19 de octubre de 2012

De estereotomías vestidas

Un grupo de imágenes representativas del apéndice de 1710 ilustraciones incorporado a esta edición, junto con algunos comentarios.

En primer lugar dos de las varias ilustraciones de las notables tumbas de los reyes persas en Naqsh-i Rustam, del siglo quinto a. C., a las que Semper se refiere en repetidas oportunidades. Semper conocía a estas y otras obras de Persia, Mesopotamia y Asia Menor a través de grabados, en este caso de Gailhabaud.

Las tumbas rupestres tienen una galería elevada en el acantilado (hoy unos 25 m sobre el llano, que en su época era más bajo). Como las tumbas egipcias antiguas, son cavernas con pórticos. Las tallas sobre la pared del acantilado reproducen en piedra, en escala natural, las columnatas de los palacios de Persépolis, con sus columnas de madera revestida en estuco, y esbelteces y luces características de la obra de madera —columnatas de las que sólo quedaron las basas de piedra tras el paso de Alejandro.

La fotografía en particular es interesante además porque presenta de manera muy didáctica dos contrastes:
- el del edificio de caverna y fachada en el acantilado —una presentación literal de la analogía del tejido como masa cortada por la calle como cañón, y la fachada como telón urbano— como pared de fondo para el edificio exento de la Kaaba, y
- el de la obra rupestre frente a la construcción de bloques.
Tumbas y kaabas (“cubos”) tenían originalmente sus frentes revocados con color —es decir, la roca no se expresaba como roca en el acantilado, ni la sillería se expresaba como tal en la kaaba—, lo que nos servirá para introducir un tercer tema.

[clickear sobre las imágenes para agrandarlas]
La tumba de Darío el Grande en Naqsh-i Rustam. El corredor de la caverna, desde el cual se accede a los nichos, quedó descentrado al encontrarse una falla en la roca cuando se lo tallaba hacia la derecha, y extendérselo entonces hacia la izquierda. Las fachadas de las otras tumbas son prácticamente reproducciones de ésta. De Erich F. Schmidt, The Oriental Institute Publications 70.


La parte superior del Cubo de Zoroastro, parcialmente bajo el nivel de terreno actual; a la izquierda la tumba IV (Darío II), y oculta por la Kaaba la tumba III (Jerjes). Hay otras dos tumbas similares en este conjunto, y tres más en la ladera sobre la que se recuesta la cercana Persépolis. Roozbeh Taassob - Wikimedia.



El templo griego
El templo griego, cuya estructura se ilustra aquí abajo en una excelente perspectiva de Furtwängler como un apilamiento de bloques, en realidad sólo se expresaba así en el basamento —y la expresión del bloque desaparecía en los paños de las paredes y las piezas del esqueleto (“carpintería”) de piedra. La talla fina del bloque de mármol permitía un recubrimiento delgado, una pintura, mientras que la talla gruesa de la piedra porosa del sur de Italia exigía un recubrimiento de mayor espesor.

En grandes edificios de lujo, por cierto, los romanos efectivamente hicieron a veces grandes columnas de un solo bloque —lo que les estaba vedado a las pequeñas ciudades libres griegas, con su mano de obra limitada y piedras locales. Impulsaba a los romanos, además, el hecho de que exponían el color y la veta de los ricos mármoles y granitos, cosa que no hacían los griegos de la época clásica. La preferencia por parte de los griegos del maravilloso “mármol blanco” como base para distintos tipos de recubrimientos es una cuestión tratada por Semper desde sus primeros escritos, y la explicación de las razones arquitectónicas que hacen perfectamente entendible ese uso aparentemente tan contradictorio, que él respalda con evidencia, es uno de los tantos puntos en que Semper pone patas para arriba todas las interpretaciones previas.


El templo de Afea en Egina. De Furtwängler, Aegina (1906).
El templo de Egina según Charles Garnier, Temple de Jupiter Panhellénien à Egine (1881).

Como también destaca Semper, y es en general conocido pero no siempre adecuadamente ponderado, ni siquiera el bloque del templo griego es propiamente un bloque: los paramentos están perfectamente definidos en sus bordes, resultando paredes perfectas sin interposición de mortero, y es sólo en los bordes donde los bloques se apoyan entre sí y hacen contacto con los adyacentes; las caras de contacto inferior y laterales están rehundidas. Conceptualmente el bloque simple, paralelepipédico, del tramo de pared del templo griego, incluso en aquellos casos en que el muro es del espesor de un solo bloque, se parece más a nuestros bloques huecos de hormigón o a los Lego, y hasta al sistema de parantes de chapa de acero con tablero de cartón-yeso, que al ladrillo común.

Un bloque de esquina de los Propileos de Atenas. Las caras de las superficies de contacto, rehundidas con respecto a los bordes. Numerosos recesos para llaves de anclaje a los bloques adyacentes y para las pinzas de izado. En el ángulo interno, que es una pared vista interior, una faja inmediatamente adyacente a la esquina marca el filo hasta el cual se rebajará la pared una vez colocados todos los bloques, para obtener un paramento listo para pintar. A toda la talla final de la sillería, la terminación fina que se daba por medio de la talla en vez de a través de un mortero, se la llamaba “vestido”, también en español, incluso hasta principios del siglo veinte. Harrison Eiteljorg, II, csanet.org.


No sólo cada paramento, sino la forma de los bloques mismos sólo se entiende como el fragmento de una forma compleja mayor. Observar las piezas del umbral a la cella del Templo de Atenea Niké. (Este bellísimo templo había sido desmontado por los otomanos en 1686, para usar sus piedras en la fortificación de la Acrópolis. Al demoler estas fortificaciones en 1835 se hallaron gran parte de los bloques, que permitieron reconstruir el edificio íntegramente. Viendo este detalle se entiende cómo el “bloque” hallado perdido en la masa de una muralla indica perfectamente su posición y relación con los adyacentes en la obra original —la reconstrucción, que se hizo rápidamente, no debe haber resultado para nada difícil.)


Templo de Atenea Niké, Atenas. Unión del umbral de la cella y el zócalo del muro de anta. De Wesenberg, “Zur Baugeschichte des Niketempels’, Jahrbuch des Deutschen Archäologischen Instituts 96 (1981).


Nada hay en esta sillería del templo propiamente dicho (distinto es en los basamentos) de la expresión del bloque como unidad formal, de repeticiones, ritmos, dibujos o tramados —como sucede en las paredes exteriores de los palacios renacentistas italianos, o incluso en la obra inglesa de ladrillo de la Revolución Industrial (obra de ladrillo que con sus dibujos tramados y con sus piezas específicamente diseñadas para cada arista, costura y reborde es perfecto ejemplo de la expresión de la superficie de albañilería en sí misma como obra textil, con el dibujo compuesto a la manera del bordado de punto sobre su lienzo de soporte).

Ver una selección del capítulo de consideraciones formales generales sobre estereotomía en este blog, aquí.


Algo más sobre las Kaabas
Finalmente (y estas imágenes no están en el apéndice), una imagen de la Kaaba de La Meca, en el acto de ser literalmente vestida ceremonialmente. A Semper le habría encantado como ilustración para el excurso esta expresión original del vestido de la sillería.


De Asmiadi.
De Medineli - Wikimedia.
La Kaaba en 1910. Library of Congress, y Wikimedia.


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